La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) publicó su icónico índice trimestral en el cual miden la participación del Estado en la renta agrícola. El estudio, el último de 2020, arrojó que los impuestos representan el 59,2% de la renta (ingresos menos costos) de una hectárea agrícola. “En otras palabras, de cada $100 que genera el productor, $59,2 quedan para los distintos niveles de gobierno”, explicó el economista David Miazzo
El informe realiza la medición nacional, haciendo un promedio ponderado de cultivos, y también lo analiza para cada grano. En esta medición se conoció que la participación del Estado en soja es del 64,6%, maíz 49,7%, trigo 55,2% y girasol 49%.
En cuanto a precios, respecto a diciembre de 2019, el precio FOB de la soja ha mejorado un 35%, el del maíz 31% y el trigo 28%. Esto también trajo incrementos de los precios en el mercado interno.
“El índice reconoce rindes menores que en otras campañas; el trigo se vio muy afectado por la sequía y, por las proyecciones climáticas, se espera que maíz y soja, también se vean afectados y wsto también se va a ver reflejado en la próxima medición en marzo”, comentó Miazzo.
Origen y destino de los impuestos
Algo que siempre remarca FADA es el tema del federalismo porque en el actual esquema fiscal, que muestra que más de la mitad de los impuestos que recauda el Estado Nacional, no se distribuye luego entre las provincias, en una actividad como la agrícola, que está presente en todo el territorio argentino. “Esto afecta de manera negativa al federalismo por tres cuestiones, la primera es que se incrementan los recursos no coparticipables en manos de Nación, la segunda es que se reducen los recursos coparticipables por reducción del impuesto a las ganancias y la tercera es vía los recursos que salen de las regiones productivas en el marco de la suba de derechos de exportación”, explicó Miazzo.
El 59,2% de participación del Estado está compuesta por impuestos de diversos orígenes y con distintos destinos. Los impuestos no coparticipables son el 61% del total que afronta una hectárea agrícola en Argentina. En esta categoría se encuentran principalmente los derechos de exportación y el impuesto a los créditos y débitos bancarios.
Según se aclaró, el indicador no incorpora el impuesto a la riqueza que en algunos casos puede incrementar la carga tributaria sobre el productor. “A modo de ejemplo, de acuerdo a la valuación fiscal vigente en la Provincia de Córdoba, campos de 800 hectáreas en Río Cuarto y campos de 550 hectáreas en Marcos Juárez alcanzan el umbral mínimo para pagar el impuesto a la riqueza; claro que al valor fiscal de los campos hay que incorporarle maquinaria y vehículos”, indicaron desde la Fundación.
Cepo cambiario y costos
El cepo cambiario es una restricción al acceso al tipo de cambio oficial y una de las consecuencias que se desprenden de esto es el crecimiento de la brecha cambiaria, al tener un tipo de cambio oficial de $81,02, un dólar bolsa de alrededor de $147 y un blue de $160, es decir, una brecha cercana al 100%.
“Esto genera en la economía un incentivo de las personas a adquirir y stockearse de bienes dolarizados como autos, electrónica y materiales de construcción. En el sector agropecuario genera dos efectos, por un lado incentiva a una mayor retención y ventas con precio a fijar o sin liquidar, y por otro lado genera incentivos a stockearse de bienes dolarizados como maquinaria, fertilizantes y fitosanitarios”, comentó el economista.
El endurecimiento del cepo además limita la entrada de divisas e impulsa mayores importaciones. Lo mismo sucede cuando se aplica a empresas y se limita que accedan al tipo de cambio oficial para saldar deudas en dólares. Esto genera mayor riesgo en estas empresas y menores posibilidades de ingreso de dólares por créditos corporativos. A l respecto, indicó: “por esto se dice que el cepo limita la pérdida de dólares de las reservas, pero también inhibe cualquier oportunidad de ingreso de dólares”.
Si se analiza la estructura de costos según la moneda en la que se presentan, se ve que un 54% de los costos de una hectárea de soja están estrictamente dolarizados. Si se considera en ese esquema al costo de la tierra, ese número asciende al 68%. En el caso del maíz los costos dolarizados son el 59%, si tenemos en cuenta ahí la tierra, llega al 67%.
Desde FADA advirtieron que muchos costos en pesos también guardan relación con el dólar por la transmisión de la devaluación a los precios y porque muchos componentes pesificados están ligados al precio del dólar. Algunos ejemplos son el combustible, las labores, el valor de los camiones y maquinaria, todos insumos que varían en relación al tipo de cambio.