El asado genera sentimientos y emociones. Con un enfoque sociológico y antropológico, expertos del IPCVA analizan los significados asociados a esta comida emblema de los argentinos.
La carne vacuna es la estrella gastronómica argentina más reconocida a nivel internacional y para que se entienda puede significar algo parecido a lo que representa el champagne para los franceses, el jamón ibérico para los españoles o el whisky para los escoceses. Lo que disfrutamos el asado es quizás lo que más nos define como argentinos sin decir explícitamente que somos argentinos.
El asado es momento de encuentro familiar, entre amigos, con colegas, en la obra, con compañeros de trabajo. Hecho con carbón o leña. El clásico asado de tira de asado, con vacío, entraña, chorizos, alguna que otra achura y, por qué no, verduras, pollo y cerdo. El asado en el quincho, en el patio, en el balcón, antes de ir a la cancha, en cumpleaños, en la previa o post de las carreras de TC, en la calle o donde sea. La clásica ceremonia argentina y el ritual que cada uno vive como mejor le parece.
Si bien esto es una opinión muy subjetiva de expertos del IPCVA, que también puede ser compartida como percepción por mucha gente, se trata también de un hecho objetivo de la realidad argenta. Datos surgidos del Monitor de Consumo de carnes que realiza el Instituto de Promoción de la Carne vacuna cada dos meses así lo demuestran.
Cuando se le pregunta a los argentinos cuán apasionados son por el asado, el mate, el fútbol, el dulce de leche y el tango, el 99% de la población argentina responde ser muy o bastante apasionada por el clásico asado argentino.
Cuando se interroga por los sentimientos y las emociones que despierta comer un asado, las respuestas son contundentes: satisfacción, placer, amistad, alegría, gratificación, pasión y amor, en ese orden de importancia.
Más allá de estos beneficios, muchos de los cuales encuentran su justificación desde un plano individual, cuando se profundiza el análisis con un enfoque sociológico y antropológico sobre los significados asociados a esta comida, el asado es quizás uno de los mejores «antídotos antigrieta» que existen en nuestro país. «La carne nos une», es uno de los mensajes clave que desde el IPCVA buscan transmitirle a la sociedad y el asado es quizás el abanderado en esta tarea.
«No hace milagros, pero ayuda»
Desde el Instituto consultaron a los argentinos si juntarse para compartir un asado puede servir para achicar las diferencias o rivalidades existentes entre diferentes generaciones, hinchadas de fútbol, clases sociales, ideologías políticas y personas con distintas conductas alimentarias. Conversaciones cruciales, limar asperezas, acercar posiciones, arreglar los premios de un equipo de futbol, buscar coincidencias por qué no. Todo es posible alrededor del ritual cercano a una parrilla. «Un asado no hace milagros desde este punto de vista pero que ayuda, ayuda», reconoció la gran mayoría. La picada multicolor, el olor a leña o carbón, el espectáculo sonoro y visual de las chispas y el humo, predispone bien para unirse más y dejar diferencias de lado.
El impacto social de compartir un asado la mitad de los argentinos cree que puede ayudar a eliminar diferencias entre diferentes generaciones y casi 4 de cada 10 personas cree que puede achicar las diferencias entre hinchas rivales de toda la vida de equipos de futbol. Cuando se pregunta específicamente por posibles resultados al sentar en una mesa a hinchas de Boca y River esto se ve todavía más reforzado. Se recordarán mutuamente la final de Madrid o «el fantasma de la B» en Nuñez, pero el asado volverá a trazar un puente entre estos acérrimos adversarios.
El monitoreo y estudio del consumidor argentino brinda herramientas para la implementación de nuevas y mejores estrategias de marketing.
El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina necesita actualizar permanentemente donde se posiciona la carne vacuna, particularmente en el entorno de las redes sociales y entre los segmentos más jóvenes de consumidores.
Para poner en valor al producto se necesita conocer el corazón afectivo del mercado y para saber lo que despierta la carne hay que analizar qué mueve nuestros latidos. «La era de las emociones será más larga de lo que muchos creen y el marketing inteligente lo sabe», concluyeron los expertos.