El gran debate

¿La lechería está creciendo? ¿Cuántos tambos hay en el país? ¿Cómo evoluciona el rodeo lechero? La eficiencia y la concentración del eslabón primario genera percepciones diferentes entre los protagonistas del sector. ¿Hacia dónde va el negocio y qué piensan los jóvenes empresarios? Muchos interrogantes y diversas opiniones, alimentan una discusión que se repite desde hace varias décadas.

Pasan los años, las décadas y la lechería no logra salir del laberinto en el que quedó encerrada desde que alcanzó los 10.000 millones de litros en 1999. Con altibajos, ciclos mejores y crisis climáticas que dibujaron un serrucho en la estadística de producción nacional, con un consumo per cápita que se comportó igualmente en función del poder adquisitivo de los argentinos y exportaciones fluctuantes que siempre estuvieron manipuladas por políticas errantes, lo cierto es que la lechería en 30 años, sólo ha escalado unos pocos millones de litros.
Afirmar que «la lechería crece» es polémico para los productores, protagonistas excluyentes de esta historia, que entienden y también justifican, que sus reclamos hacia la política vienen justamente por el estancamiento que evidencia esta economía productiva de alto potencial.
Las estadísticas que acompañan este informe de tapa pueden leerse objetivamente, fuera de contexto, pero nada podrá cambiar la percepción que tienen los propios actores del sector productivo. Ellos advierten que la lechería pudo haber evolucionado desde lo tecnológico y en la gestión de eficiencia, pero hablar de crecimiento de la actividad como economía de impacto en el ámbito nacional, parece exagerado, teniendo en cuenta que siempre la lechería ha surfeado entre crisis que no permiten aprovechar sus posibilidades naturales de expansión.

Los números de la lechería
Que la eficiencia de los tambos (promedio) ha evolucionado en los últimos 20 años es algo innegable, que se advierte en el Gráfico 1, donde con menos tambos y menos vacas en una tendencia claramente descendente, el volumen de producción se ha mantenido estable, incluso con leves incrementos. Lo que muchos cuestionan desde el ámbito productivo es que este argumento implique un crecimiento de la lechería per se. En todo caso, se está ante una evolución del negocio que responde a otros factores como la incorporación tecnológica, la modesta modernización de los sistemas productivos y la inversión en genética, en el marco de un proceso de lenta concentración del negocio, donde los más grandes se van «comiendo» a los más pequeños.
El Gráfico 2, sirve para ilustrar la distribución productiva que caracteriza a cada una de las provincias lecheras. Allí no hay sorpresas: Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires acaparan el 92% de las vacas lecheras del país y más del 80% de los tambos, lo cual muestra claramente que la lechería está geográficamente situada en esa región, al margen de que se pretenda presentar desde el Gobierno que la lechería se expande en el territorio con nuevas cuencas.

En cuanto al crecimiento de las unidades productivas, Argentina sigue siendo un país de tambos chicos y medianos en promedio. Si bien en el mundo este número puede ser leído de diversas maneras, atribuyendo a nuestra escala un tamaño grande para lo que son otras lecherías de América del Sur o Europa, en términos de potencial el país tiene mucho por crecer aún. En el Gráfico 3, se ve que un tambo de 150 vacas, para lo que es Argentina, es una unidad productiva mediana. De las provincias emblemáticas, en Buenos Aires siguen estando los tambos de mayor escala, en tanto en Santa Fe, predominan los más chicos.

El Seminario que abrió el juego
Con eje en la sustentabilidad, la tecnología y las nuevas generaciones, el pasado 30 de junio se desarrolló en la Sociedad Rural de Rafaela el 3° Seminario Internacional de Lechería. Con una asistencia muy importante de público en el que estuvieron representados productores, profesionales, asesores y trabajadores vinculados a la cadena láctea, el encuentro se desarrolló en un marco de intercambio y generación de ideas para que el sector encuentre indicios hacia el mediano plazo.
La presidente de la Rural de Rafaela, expresó en el arranque: «con gran humildad y enorme orgullo, afirmamos que Rafaela es el corazón de la cuenca lechera; esta edición tiene los objetivos claros, seguir construyendo la posibilidad de desarrollo desde el interior productivo».
Para ello, «se requiere de todos los actores de la cadena láctea, de sus experiencias y de sus particulares miradas, para que desde una amplia visión autorizada y profesional podamos aportar claridad sobre el horizonte de la lechería argentina». Entre los objetivos que puntualizó la titular de la SRR, destacó que «es imprescindible conseguir cambios en la comercialización y dar mayor previsibilidad a la actividad lechera».
Luego de las palabras del intendente de la ciudad, Luis Castellano y del ministro de la Producción de Santa Fe, Daniel Costamagna, y posterior al corte de cinta de apertura con los presidentes de Confederaciones Rurales Argentinas (Jorge Chemes) y la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe (Sara Gardiol), se dio comienzo al «Análisis de datos de la cadena láctea».

El disparador del debate
Fue el director del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), Cdor. Jorge Giraudo, quién abrió el juego con una afirmación desafiante y polémica: «no es cierto, como sostienen algunos, que la lechería argentina esté estancada».
Según los registros que difunde el organismo, aunque con poca expansión «los logros se ven a través del manejo» en cada unidad productiva. Más de 400 tambos producen un cuarto de la materia prima en el país, «en un proceso que lejos de desacelerarse, sigue avanzando».
Destacó que «el tambo promedio argentino en los últimos años viene creciendo a una tasa del cinco % anual», rondando los tres mil litros diarios. Mientras tanto «con una industria muy atomizada», con las cinco empresas más grandes procesando algo más del 30% de la leche.
Posteriormente, la analista de la consultora extranjera Quarterra, Mónica Ganley, brindó un panorama mundial. Los desafíos climáticos, los altos gastos operativos, los problemas en la cadena de abastecimiento, la falta de mano de obra y la incertidumbre en los mercados son las principales variables para los países clave en la producción de leche, para marcar una contracción internacional.
«En Estados Unidos son los márgenes los que están conteniendo el potencial que tiene el país para crecer dramáticamente», siendo de 13 centavos de dólar por litro el margen sobre los gastos de alimentación. En Europa baja el precio de la leche, pero suben las limitaciones ambientales para la producción. «En los próximos años la leche no va a faltar», dijo la experta, aunque la oferta y la demanda tirarán cada una por su lado en cuanto a los precios.
«Argentina es un lugar excelente para hacer leche. No hay otro país realmente que pueda crecer tanto como este, para crecer en cinco millones de toneladas que necesita el mundo», aseguró Ganley.

El contrapunto productor/industrial
En el cierre del Seminario el bloque «Es posible unificar criterios en la comercialización de la leche», donde participaron destacados referentes de la industria y de distintas entidades gremiales, dio pie para que afloraran diversos reclamos desde el sector productivo hacia la industria. Participó en representación de la industria, Ércole Felippa, presidente del CIL y titular de la cooperativa láctea Manfrey; Pablo Villano como presidente de APYMEL, Javier de la Peña de la Junta Intercooperativa de Leche e integrante de la Asociación Unión Tamberos de Franck; estuvieron también Jorge Chemes como presidente de CRA y Javier Bollati, coordinador de la Comisión de Lechería de CARSFE.
Desde el sector industrial se expuso sobre la apuesta que hace este sector a la lechería en el marco de contextos complejos propios de una política económica errática que genera medidas inconsistentes que entorpecen el normal desenvolvimiento de la cadena láctea, la presión impositiva y cuestiones arancelarias que van a contramano de políticas globales en el sector. Se reconoció el esfuerzo que realiza todo el entramado productivo al que no le llegan todos los beneficios que genera la cadena.
Como contrapartida, desde el sector gremial se cuestionó el comportamiento industrial en cuanto a una posición dominante que fue descartada por Ércole Felippa. Puntualmente se reclamó el pago por calidad de leche y la necesidad de generar certezas en cuanto a las formas de pago de la leche y anticipar los precios en tiempo y forma. El debate quedó latente en el marco de un buen clima. La ausencia de una política lechera nacional fue resaltada ante los funcionarios de la lechería que se encontraban presentes.

Los “pro” y los “contra” de la lechería provincial

El director provincial de Lechería, Dr. Abel Zenklusen, participó como invitado especial en el Seminario. Como funcionario entendido en el área y además, como productor y profesional de la lechería, Zenklusen opinó sobre el disparador del evento: “¿está creciendo la actividad?”.

La lechería en volumen de producción parecería estancada pero si la analizamos desde lo que actualmente se produce, estamos igual o algo más que en el comienzo de siglo. Vemos que se ha ganado en eficiencia, es cierto que con menos tambos pero con mejor productividad por vaca de la mano de la genética”.
El funcionario dijo que “es cierto que mucha tierra pasó a la agricultura y a la ganadería, pero se sostiene en el marco de su propia evolución, con mejor tecnología en el ordeño, con bienestar animal, es decir, se ha producido una globalización con la incorporación de tecnologías novedosas que permiten gestionar mejor los tambos, se ha logrado mantener el consumo interno y se exporta el 25% de lo que se produce anualmente”.
Entre los obstáculos, “admitamos también que se han producido cuestiones ajenas a la actividad, como el clima, la inestabilidad de los mercados internacionales y una etapa local adversa para tomar financiamiento. Se deberá incentivar a las exportaciones, tal vez con mayor valor agregado, repensar las cuestiones arancelarias, y mejorar el precio al productor para que nos permita manejar una rentabilidad y crecer”. A su vez, señaló como impedimentos, “el tipo de cambio, el control de precios y otras medidas impositivas, que impiden que al productor le llegue un valor más aceptable para crecer”. Hay que seguir buscando mercados y la apertura de algunos nichos de exportación como el dulce de leche es un buen indicador.
En cuanto al cierre de tambos, hoy estamos evaluando distintos datos que nos llegan, venimos con 3.540 unidades en Santa Fe, y el último dato de SENASA incorporó 60 tambos más, es un dato que queremos esclarecer porque hay algunas imprecisiones”, aclaró Zenklusen. “Ocurre que en donde había un RENSPA ahora hay dos o tres, es lo que tomó el SENASA, puede ser por algunas cuestiones impositivas o financiamiento, algunos dijeron que era por Impulso Tambero”. Por otro lado, “tenemos entidades que dicen que si se han cerrado tambos, eso es cierto, tenemos el dato de Monte Oscuridad donde hubo cinco cierres pero cerca de Rosario abrieron tres tambos chicos, vemos que no son cifras alarmantes, el SENASA dio una cifra muy parecida sobre la cantidad de vacas, muy cercano a las 500 mil cabezas, algo menos que en la campaña anterior, las diferencias son muy mínimas y las estamos evaluando”.

«Los tambos crecen a tasas del 5%»

El seminario de la Rural sirvió también para tomar contacto directo con los protagonistas del sector, como el director del OCLA, Jorge Giraudo. «Estamos en una lechería que está creciendo a un ritmo global bajo pero que en particular los tambos en actividad crecen a tasas promedio al 5% en los últimos 5-7 años, obviamente con menos unidades productivas y menor cantidad de vacas».

Jorge Giraudo, director del OCLA.

Nuestro Agro (NA) – ¿Cierran o abren tambos?
Jorge Giraudo (JG) – El tema sobre anuncios de cierre de tambos es un tema vidrioso porque no hay estadísticas serias que digan cuántos tambos cesan y cuántos siguen, dependemos de los datos del SENASA, que tiene una particularidad, porque aparecen los tambos que se van registrando, por ejemplo, hay datos que sorprenden, como Misiones, donde hace cinco años había tres tambos y ahora aparecen como 200, quiere decir que comienzan a oficializarse los que estaban «fuera del radar», por así decirlo. Obviamente, hay un cese anual del 1,5 al 2% con la particularidad que se han armado tambos nuevos desde cero, lo que no se veía desde hace mucho tiempo.
NA – ¿A qué se debe?
JG – Existe una reconversión productiva de la mano de la tecnología; están quienes se iniciaron desde cero hace 15 o 20 años y han crecido con tecnología de proceso. El otro aspecto es que hubo una fuerte concentración con unidades productivas más grandes, por ejemplo, un 5% de los tambos a nivel país producen más de 10.000 lts/día (con más de 500 vacas), que explican casi un tercio de la producción total. Más del 70% de esos tambos vienen de inversiones financieras o comerciales, donde había tambos con 2.000 lts, que luego pasaron a los 5.000 lts/diarios y muchos de ellos hoy superan los 20.000 lts. diarios.

El impulso de una nueva generación

El comienzo estuvo a cargo del médico veterinario Germán Albrecht, del tambo Asociativo Protambo y tambo familiar «Mi Sueño», en San Jerónimo Norte (SF). Además de mostrar las características de los dos establecimientos, las alternativas de negocio y los planes de crecimiento de la empresa familiar y del emprendimiento que comparten seis socios y a pesar de los vaivenes de la actividad, Albrecht se animó a sugerir ante un auditorio completo, «disfruten el camino que es lo más importante y sobre todo sean respetuosos de la empresa para que no haya problemas en la familia por la actividad».
Sobre el tambo familiar «El Chiflón», habló Julián Alberto de San Vicente (SF), quien fue mostrando la evolución del establecimiento, la progresiva incorporación de tecnología y la proyección de una mayor dotación de novedades en las instalaciones. Hablando sobre la importancia de confiar y formar al personal coincidió en que «hay que disfrutar del proceso que implica el desafío de cada día. No me imagino a la lechería sin la aplicación de tecnología, en mayor o menor medida. Es muy importante el factor del personal, pero contando con la ayuda de no depender tanto de los trabajos manuales, de la manera tradicional, sino con mayor soporte en la tecnología de proceso».
A su turno, Joaquín Alquati, titular del tambo Comercial «La Otilia», que tiene una unidad productiva con gran inversión en campo alquilado en Susana (SF) y con innovaciones tales como dos biodigestores para la generación de energía eléctrica y fue el primer tambo del país certificado por Aprocal en bienestar animal, habló de la importancia del trabajo coordinado dentro del establecimiento y de la relevancia que tiene la sustentabilidad ambiental en la tarea cotidiana.

Uno de los paneles del seminario incluyó el testimonio de cuatro jóvenes tamberos de la cuenca lechera central.

Puntualizó que la coordinación de tareas y decisiones en una familia de cuatro integrantes es fundamental para poder seguir adelante y proyectar otro tambo con la instalación del mismo sistema productivo en un campo en la localidad de Lehmann, con el que se retomaría la actividad tambera abandonada en ese lugar hace años. Claramente el encanto de la lechería hace que estas apuestas, a pesar de los desafíos se sigan dando de manera concreta, revalorizando la importancia de este sector del país para la producción.
Por su parte, Julián Imhoff, que abrió con sus hermanos el tambo familiar «El día», en Gessler (SF), reconoció que «crecer en hectáreas en la agricultura es muy difícil y «cómo nosotros queríamos mantener el capital heredado de mi madre, arrancamos con pocas vacas, pudimos ir comprando más animales, pudimos invertir en agrandar el tambo, hacer una sala de espera con sombra y ventilación, pudimos darle una mejor comodidad a la gente que vive en el campo, la tranquilidad de tener un mejor acceso y a futuro nos vemos creciendo, bien, estamos contentos con este desafío profesional y personal». Lo que este influencer del sector lechero destacó es que si el campo fuera agrícola tendría movimiento muy pocos días al año, sin embargo, ahora no dejan de circular profesionales, servicios, personas que le dan vida al tambo, con lo cual se demuestra el impacto socio-económico de la actividad.

«Veinte años en este país, son una eternidad»

En representación de la Junta Intercooperativa de Productores de Leche (JIPL), Javier de la Peña, quien además integra el consejo directivo de la Unión de Tamberos de Franck, opinó sobre las oportunidades de la cadena: «nuestra lechería siempre estuvo llena de oportunidades; el mundo está retrayendo la cantidad de vacas, achicando el nivel de producción, lo cual está dejando un gran mercado internacional disponible como para poder ocuparlo. Claro que si nos encontramos con los problemas que venimos arrastrando desde hace muchos años, ya es una cuestión interna nuestra, en el cual la macroeconomía en general no acompaña a una explosión que tiene el país en el horizonte, mínimo a cinco años».
El cooperativista señaló: «estamos desfasados en todo lo que es la parte de infraestructura para el tambo y en la parte de acceso a la tecnología. A eso le tenemos que agregar que la última decisión macroeconómica (Soja 1, 2 y 3) y el estrés climático sufrido por toda la cuenca, dejaron totalmente desfinanciado a los productores para lo que viene».
Javier de la Peña opina que la lechería no está creciendo. «Hay una gran inestabilidad en la economía. De cualquier manera, creo que si el clima hubiese acompañado, la producción hubiera crecido. Hay tambos que ya están trabajando de manera eficiente, que se están despegando de la media habitual; aquellos tambos que han bajado los porcentajes de mortandad, que están usando semen sexado, están evolucionando muy rápidamente. Esos tambos están para crecer en producción al ser más efectivos».

Javier de la Peña, representante de la Junta Intercooperativa de Productores de Leche (JIPL).


El referente de los cooperativistas en la cuenca central, dice que el futuro está en la próxima generación. «Claramente lo que estamos pidiendo es que la generación de 40 años nos reemplace a nosotros los de 60 o más. Hay una visión distinta de la gente más joven, que es la que tuvimos nosotros pero 20 años en este país son casi una eternidad». Sólo se necesita «un cierto capital que es el que no está disponible financieramente porque son inversiones a cinco años y no se pueden bancar desde el capital de trabajo».
Por último, De La Peña afirma que «la tasa de cierre de tambos de argentina es inferior a la del resto del mundo, pero existe; lo que pasa que las estadísticas que tenemos en Argentina son poco confiables; yo hace tres meses cerré el tambo de mis suegros y si bien las vacas en general quedan en los tambos, aumenta la producción individual, pero no se puede negar esta realidad».

«Hay que superar ineficiencias»

Ércole Felippa, referente del sector lácteo por su triple función, como productor lechero, como presidente del Centro de la Industria Láctea (CIL) y presidente del Consejo de Administración de la cooperativa Manfrey, respondió las preguntas clave en el actual debate sobre la coyuntura por la que atraviesa el sector.

Ércole Felippa, presidente del CIL.

Acerca del crecimiento de la lechería, Felippa explicó que «la lectura de esta cuestión se puede hacer desde varias perspectivas, si vamos a analizar lo que pasó en 2002 hasta la fecha creo que la actividad ha crecido porque el nivel de productividad creció y es cierto que con muchos menos tambos». En cuanto al fenómeno de cierre de tambos «creo que hay que mirarlo con una perspectiva. El cierre de tambos no se da por razones económica. Nosotros lo hemos analizado en nuestra región y vemos que la principal causa tiene que ver con una continuidad generacional. Casi el 100% de las empresas agropecuarias son empresas familiares. Estamos en una región donde el uso de la tierra se comparte con otras actividades, que por el paquete tecnológico con el cual se dispone hace que sean mucho más simples, más sencillas que requieren menor esfuerzo como la agricultura».

El atraso de la lechería
Otro aspecto a tener en cuenta: «lo que se invirtió en investigación y desarrollo en lechería, recién en los últimos diez años yo diría que hubo un avance, que si lo comparamos con lo que es la agricultura, hemos perdido mucho terreno», afirma el industrial.
«Si nosotros analizamos el fenómeno de cierre de tambos a nivel global, el promedio a nivel global está en un 4.5/5%. Y vemos qué es lo que pasa en distintos países donde están con un cierre entre el 10 y el 15% anual. Ese porcentaje en Argentina no llega al 2%. Si bien es cierto que el año pasado hubo algunos cierres de tambos, yo creo que ahí también el factor climático incidió, así como muchos tambos que tienen un bajo nivel de productividad y de eficiencia».
Para Felippa «la actividad sigue teniendo un gran potencial». En su visión, «claramente la demanda la van a cubrir aquellos países que estén en condiciones de producir leche barata, y son los países que están en el hemisferio sur, Brasil, Uruguay y Argentina, creo que tienen enormes posibilidades, pero en la actividad tenemos muchas cuestiones que resolver en cuanto a la marginalidad, la transparencia y los sistemas productivos que realmente nos hagan más eficientes».

Las ineficiencias de la cadena
Dice Felippa que se ve en la cadena, un porcentaje de productores que están haciendo importantes inversiones en tecnología, pero hay otros que lamentablemente no se adaptan, con métodos de gestión ineficientes». Un cuestión de falta de competitividad «que se da también a nivel industrial». Según el presidente del CIL, «ningún mercado, ni el interno ni el externo, nos van a pagar un mayor precio para cubrir nuestras ineficiencias».
En este sentido, Felippa ejemplificó con lo que hace Manfrey: «es cierto que el productor tiende más a las cuestiones operativas. Nosotros hemos implementado en la cooperativa un sistema que se llama SIGA (sistema integral de gestión agropecuaria) en donde hay una serie de indicadores que lo tienen que presentar todos los meses, que tiene mucho que ver con lo que presentaban en la última exposición. Cada productor recibe su información, pero además de la información de su establecimiento, el mínimo, el máximo y el promedio para ver cómo está el con respecto a los demás. En el programa están unos 30 tambos. Y esos tambos tienen indicadores superiores a la media en cuanto a productividad. Lo que no se mide, no se gestiona».

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