El nuevo control de exportaciones de carne, según como se lo mire

El comentario editorial de ROSGAN de esta semana deja entrelíneas planteado el interrogante. “Las recientes medidas sobre mayores controles a la exportación tienen dos miradas”.

Por un lado, “la necesidad de ordenar y transparentar la actividad comercial en un sector cuyos mismos actores venían denunciando prácticas que atentaban contra la competencia leal del mercado, algo que -a priori- se recibe con buenos ojos”.

Por el otro lado, “está claro que una vez armado el mecanismo de control, todo queda sujeto al verdadero objetivo de quien lo administre”. En este sentido, “la historia reciente es un testigo más que elocuente de los efectos que puede llegar a tener en la actividad este tipo de controles a los Registros de Operaciones de Exportación, cuando el objetivo no es precisamente buscar una mayor transparencia”, advierte ROSGAN.

“La duda pasa por saber cómo se implementarán estos controles”, aunque “la primera certeza que juega para el mercado son las expectativas (internas e internacionales), esto es, aquello que se espera podría suceder”, plantea el mercado televisado de la BCR.

“Como todos recordaremos, el anterior Registro de Operaciones de Exportación (ROE), creado en enero de 2006 y endurecido a partir del 2009, terminó retrayendo el comercio exterior de carnes a menos de 200 mil toneladas anuales”, con “cientos de plantas que fueron cerradas en medio de un período de profunda desinversión y pérdida de fuentes de trabajo”. ROSGAN rememora que en materia de stock ganadero, “el país perdió cerca de 10 millones de cabezas” que, al día de hoy, “solo ha logrado recuperar menos de la mitad de lo liquidado”.

Más allá de cómo termine implementándose esta nueva Declaración Jurada de Operaciones de Exportación de Carne (DJEC) -herramienta reversionada de los antiguos ROE- “lo que verdaderamente importa para la economía real es qué efectos tendrá sobre los precios de las carnes, las exportaciones y el devenir del negocio ganadero en general”, expresa ROSGAN.

LAS EXPECTATIVAS

“El primer efecto que estamos viendo es la retracción de parte de aquellos operadores cuyas cuentas no se encuentran plenamente claras y ante la amenaza de un control más estricto, optan por retirarse -al menos temporalmente- del negocio”, advierte el mercado ganadero. “Esta menor demanda se vio claramente reflejada durante la última semana en el derrumbe de los precios de la vaca, mercadería orientada casi exclusivamente al canal exportador, con destino a China”. En efecto, el valor promedio de la vaca, en todas sus categorías, cayó durante la última semana un 13% en el Mercado de Liniers.

ROSGAN sostiene que “no obstante, si esto contribuye a depurar el mercado encontrando un nuevo equilibrio de precios, no debería generar mayores complicaciones para la actividad”. Sin embargo, “tampoco generaría el efecto buscado a través de estas medidas de contener la suba de los precios internos limitando una mayor escalada inflacionaria porque claramente, este tipo de mercadería no es la que habitualmente consumimos los argentinos”.

Según este análisis, “en el mediano plazo es donde tal vez podamos ver algún efecto temporal de mayor oferta de hacienda canalizada hacia el mercado interno con una consecuente moderación de los precios”, ya que “la incertidumbre generada en torno al negocio exportador, podría llegar a desincentivar las invernadas largas tendientes a producir novillos pesados y, al limitar los riesgos a través de ciclos más cortos, obtener mayor cantidad de novillitos livianos aptos para consumo doméstico”. Lo que se conoce como “efecto de frazada corta” o mayor oferta hoy a expensas de menor producción futura.

Además, “en un mercado intervenido no existen reglas claras, no existe previsibilidad, algo esencial para toda actividad”, es decir, “en ganadería, la desinversión de hoy se reflejará en resultados recién a partir de los dos años”.

Finaliza ROSGAN afirmando que mientras la política continúa moviéndose en la inmediatez, el productor mira el horizonte de largo plazo y “es quizás en ese desencuentro de miradas donde se esconde la mayor grieta que existe entre la política y la producción”.

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