La participación del Estado en la renta agrícola volvió a crecer y se sienten con fuerza los efectos del cepo

La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) dio a conocer su Índice trimestral: de cada $100 de renta que genera por hectárea un productor agrícola, $62,60 es lo que representan los distintos impuestos.

El índice de marzo es 3,4 puntos porcentuales más alto que el de diciembre. “Esto se explica por varios factores: aumentos de impuestos fijos municipales y provinciales; suba de costos en pesos y en dólares de labores y fletes; incrementos de precios de fertilizantes; baja del precio disponible del trigo; y reducción de los rindes estimados por efecto de la sequía”, explica David Miazzo, economista jefe de FADA.

Traba al progreso de las regiones

Con frecuencia se cuestiona el federalismo fiscal del modelo impositivo argentino: la mayoría de los impuestos a los que se somete al sector agrícola son nacionales no coparticipables, mientras que esta actividad productiva por definición es federal y está muy arraigada a las regiones.

El principal tributo nacional no coparticipable son los derechos de exportación, que impactan negativamente en el federalismo por tres vías, como explica Miazzo: “La primera, es que se incrementan los recursos no coparticipables en manos de Nación; la segunda, es que se reducen los recursos coparticipables por reducción del impuesto a las ganancias; la tercera, es vía los recursos que salen de las regiones productivas en el marco de la suba de derechos de exportación”.

Consecuencias del cepo cambiario e importador

Durante los últimos meses, al cepo cambiario vigente desde finales de 2019 se le ha ido adicionando un cada vez más profundo cepo importador.

El cepo cambiario se refiere a las restricciones para acceder al dólar oficial: las personas pueden comprar hasta USD 200 mensuales, con un recargo del 65% sobre el dólar oficial; las empresas no pueden adquirir dólares para atesoramiento, no pueden girar dividendos al exterior y sólo pueden acceder mercado de cambios para adquirir el 40% del vencimiento de sus deudas en dólares, y deben refinanciar el restante 60%.

Por su lado, el cepo importador está referido a restricciones formales e informales a las empresas para poder acceder dólares para pagar importaciones. En la práctica, las empresas que desean importar se enfrentan a una serie de obstáculos escritos y no escritos para poder pagar las importaciones. El fin último de estas restricciones es disminuir las importaciones para evitar que salgan dólares por esta vía.

“El problema es que la brecha cambiaria que genera el cepo cambiario, genera incentivos a adquirir bienes dolarizados e importados, que choca con una menor oferta como consecuencia del cepo importador. Así, los productos importados tienen mayor demanda y menor oferta. La consecuencia lógica es un incremento de precios, no sólo de los productos importados, sino también de sus sustitutos locales”, explica Miazzo.

En la agricultura, el resultado es el progresivo aumento de precios, que comienza por algunas autopartes y repuestos para vehículos y maquinaria y luego se va extendiendo a fertilizantes y fitosanitarios, cómo sucedió en el cepo 2011-2015. Este problema es uno de los principales temas a monitorear durante el 2021 ante un cepo importador que parece profundizarse. “Lo anecdótico es que, por falta de dólares, pierde competitividad el sector que genera 7 de cada 10 dólares que ingresan al país por exportaciones”, concluye Miazzo.

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