Metabel, una firma con idiosincrasia y compromiso social

El sector de la maquinaria agrícola tuvo un 2019 difícil y la empresa logró superarlo resguardando a todo su personal, el principal capital de trabajo de la empresa ubicada en Colonia Belgrano. Su propietario, Javier Bossio, analiza la coyuntura y plantea los desafíos para este año.

Colonia Belgrano es uno de esos pueblos santafesino del interior productivo, ubicado en el Departamento San Martín, que vive al compás del sector agropecuario. Con 1.500 habitantes y varias pymes agroindustriales, refleja de manera certera el espíritu emprendedor y el apego por la cultura del trabajo, esa enseñanza que han dejado los inmigrantes que arribaron a esa zona. Metabel, es una de esas firmas de maquinaria agrícola que desde hace décadas aporta su grano de arena para que la rueda económica no detenga su marcha. Fundada en 1968 por Víctor Bossio, supo sortear diversos obstáculos y crisis de todo tipo en un país que impide proyectar y planificar en el largo plazo. Javier decidió continuar el legado de su padre y recibió a Nuestro Agro para analizar el presente del sector. “Después de lo que vivimos el año pasado estamos contentos de haber llegado al 2020”, asegura.

Nuestro Agro (NA) – ¿Qué análisis hace del año pasado?

Javier Bossio (JB) – En 2019 vendimos la misma cantidad de máquinas que en 2018 pero no tuvimos rentabilidad. Para poder vender tuvimos adoptar el rol de una entidad financiera porque lo que no hicieron los bancos tuvimos que hacerlo nosotros con los clientes. Desde mediados de 2018 hasta ahora las tasas estuvieron superiores al 70%. El único punto positivo del último año y medio fue haber mantenido todo el personal (20 operarios en total) y trabajar todas las horas.

NA – ¿Cuál fue el principal obstáculo?

JB – La cuestión impositiva nos ha pegado, y todavía sigue, de manera brutal. Si te atrasabas un mes en el pago de las leyes sociales,  a los 15 días del vencimiento ya no podías descambiar cheques en los bancos. Una cosa increíble porque después tenías que venderlos en financieras para poder pagar leyes sociales, para que el banco pueda tomar cheques. Ha sido desgastante.

NA – ¿Qué sensaciones tiene un empresario pyme ante esta realidad?

JB – Uno debiera estar trabajando tranquilo y pagando lo que corresponde, pensando en invertir para mejorar la producción, pero en realidad estamos pensando cómo llegar a fin de mes y cómo pagar los sueldos. No hubo posibilidad de invertir y optamos por mantener el personal que en definitiva es nuestro principal capital de trabajo. Acá si al sector agropecuario le va bien, al pueblo le va bien. Es una lástima que no haya sido así porque hubo buena cosecha, la carne repuntó, la leche mejoró su precio y con otras tasas de interés la historia hubiese sido otra.

NA – En este contexto, ¿han logrado concretar operaciones en el exterior?

JB – Afortunadamente estamos exportando a Chile, que tiene una cuenca lechera que representa un mercado importante. La realidad indica que hoy es negocio exportar con el tipo de cambio existente. Hace varios años pudimos concretar operaciones también pero en ese momento el escenario presentaba un dólar planchado y una inflación creciente, algo que nos impidió seguir exportando porque a nuestros clientes chilenos les convenía comprar en EE.UU o Nueva Zelanda. Otros países como Paraguay y Uruguay también reciben nuestros productos (embolsadoras de granos y de forrajes) y en el caso de Bolivia hemos tenido tratativas.

La función pública y la experiencia “Es Vicis”

Javier Bossio tuvo un paso por la función pública como presidente comunal de Colonia Belgrano. Bajo su gestión se produjo una histórica y resonante experiencia con repercusión a nivel mundial. La fundación suiza “Es Vicis” eligió al pueblo para la puesta en marcha de un plan piloto que contempló la construcción de viviendas para aquellos interesados en radicarse en el lugar, con la particularidad que debían cumplir una serie de requisitos como por ejemplo contar con un micro emprendimiento en marcha.

NA – Se trata de algo atípico para estos pagos

JB – Sin dudas. Todo nació a través de una chica argentina que trabajaba en esa ONG suiza y el espíritu del proyecto era poblar los distritos rurales del interior. De acuerdo a un estudio, habían advertido que el 90% de la población vive en grandes centros urbanos y además, tenían medido que tanto Córdoba como Santa Fe eran las provincias que más respeto tienen hacia las instituciones. Eigieron nuestra provincia porque tiene una buena cantidad de inmigrantes suizos y entre los 20 pueblos preseleccionados quedamos nosotros. Por suerte, al Gobierno de la provincia le interesó el proyecto desde un principio y se comprometió con el dinero para concretar plan de viviendas. Abierto el registro de inscripción, en un primer momento se inscribieron unas 18.000 familias porque en medios de prensa de Buenos Aires salió la información que en Colonia Belgrano se regalaban terrenos y casas para quienes quisieran habitar y no era verdad.

NA – ¿Qué impacto tuvo esa experiencia en Colonia Belgrano?

JB – Yo sostengo que el verdadero impacto de este proyecto en el pueblo se sentirá en unos años, cuando el país cambie y cuando las familias estén bien instaladas y con su emprendimiento ya en marcha. Todos los que han sido elegidos luego de un riguroso proceso de selección (debían ser jóvenes, con hijos chicos, contar con un emprendimiento en funcionamiento y no tener vivienda) nos dicen que al venir aquí ganaron en tranquilidad y calidad de vida.  A partir de esta iniciativa uno advierte que la economía del pueblo se vio beneficiada porque hay negocios que contratan mano de obra local, muchos comercializan hacia distintos puntos del país, y también tuvimos la posibilidad de recibir a gente con oficios como plomeros o gasistas.

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