La cadena de maíz tiene un futuro auspicioso. El gran potencial que ostenta desde el punto de vista productivo y ambiental, invita a soñar con un fuerte protagonismo de cara a lo que viene. Un mundo cada vez más ávido de alimentos y energía representa la excusa perfecta para aprovechar al máximo el aporte que pueden realizar cada uno de los eslabones. Pero el escenario ideal no existe y en un país como Argentina los contratiempos están a la orden del día.
Nuestro Agro dialogó con el flamante presidente de MAIZAR, Pedro Vigneau. Se trata de una entidad que nuclea a las cadenas del maíz y el sorgo, que en los últimos años experimentaron un crecimiento inusitado dada las inversiones y oportunidades que se fueron presentando. Reflexivo, entusiasta y crítico, son tres adjetivos que resumen el pensamiento del productor y dirigente con gran trayectoria gremial, teniendo en cuenta que en el pasado también presidió AAPRESID, una institución pionera en materia de conocimiento y tecnología.
“Hoy tenemos una ventaja enorme a través de la gestión de la fotosíntesis que hacemos en el agro. La utilizamos para hacer maíz, sorgo, soja, girasol, y el mundo está virando rápidamente hacia todo lo relacionado con el aspecto renovable; por eso soy un convencido que la oportunidad es inmensa”, destacó. Al mismo tiempo, comentó que el “consumidor mundial cada vez más pone más el foco en la forma de producir y muestra interés en conocer cuál ha sido la huella, algo que Argentina tiene porque si la medimos en la parte agrícola, nos damos cuenta que tenemos casi el 90% de la agricultura bajo el sistema de siembra directa y no contamos con un nivel de fertilización nitrogenada, dos aspectos importantes donde marcamos una diferencia muy grande”.
Vigneau sabe que “hay una enorme oportunidad” para Argentina, justamente un país que tiene “el 40% de los argentinos debajo de la línea de pobreza”. Y remarcó: “hoy tendríamos que tener un Ministerio de Bioeconomía y de Agrobioindustria para trabajar y pensar cómo venderle al mundo productos a partir de la fotosíntesis”.
“No tenemos un plan”
Todo lo que describió Vigneau encuentra una “pared” que genera descontento, malestar y confusión. Ese obstáculo está dado por la dirigencia política y varias ideas que se contraponen claramente con el desarrollo que se pregona desde el propio Estado.
“Cada vez que nosotros hacemos una inversión, dentro del riesgo que asumimos están contempladas diversas situaciones, pero somos conscientes y creemos en nuestro. Ahora, cuando uno observa los ingresos fiscales en los tres niveles de Estado, con más del 70% de los recursos quedando en manos de la Nación en un país que se dice federal, claramente vemos cuáles son las distorsiones y los desajustes que existen en el tema impositivo”, señaló. Y agregó: “un productor que tiene una seca y lamentablemente cosechará bastante menos de lo que necesita para recuperar todo lo que invirtió, sufre la quita del 33% de lo facturado a manos del Estado en el caso de la soja por ejemplo, en concepto de derechos de exportación; con el maíz y el sorgo pasa algo similar, pero con otros números”.
Para el empresario, esos tributos “son cosas que en el mundo ya están discutidas” y resultan “absolutamente confiscatorios”, conspirando contra el desarrollo del interior productivo. “Que una masa muy importante de recursos termine siendo transferida al Gobierno central, serias deficiencias en los servicios que brinda, creo que ha generado un nivel de hartazgo en la gente muy importante”.
Para peor, Vigneau no advierte un plan: “¿hacia dónde va Argentina? ¿Cómo se va a insertar en el mundo? Yo creo que ha llegado el momento de la ciudadanía de exigir estas cuestiones a quienes dicen representarnos porque claramente es una mediocridad tener el país que tenemos y ver a tantos argentinos pasándola mal por no generar las condiciones para poder invertir”. Al respecto, manifestó que “el asistencialismo no soluciona el problema”, teniendo en cuenta que hace 20 años se aplican esas políticas que “ya no funcionan”. Y apuntó: “la gente ya no pide más planes, pide trabajo porque es lo que dignifica”.
“La grieta está en todos lados”
Los derechos de exportación generan un rechazo absoluto. Está demostrando el daño que provocan en la rueda económica de cada región productiva. Y Vigneau lo sabe: “podemos hacer un modelo matemático que muestre el impacto de eliminarlos y todo lo que pasaría en Argentina si al campo le va bien. Hablamos de un sector que invierte más del 70% de lo que gana en su lugar de origen y eso está medido”.
Y enfatizó: “se necesitan decisiones y acuerdos porque la grieta está en todos lados y lo único que logramos es que algunas vivos sean multimillonarios”.
A la hora de analizar el escenario, reconoció que “es complejo” y manifestó que “nuestros políticos no tienen una real consciencia porque hubo un trabajo maquiavélico en hacer creer que el Estado va a solucionar todo y no es así”.
Por último, compartió una reflexión: “nosotros en nuestros sistemas productivos tenemos una gran ventaja y hoy el mundo nos está dando una oportunidad. El tren sigue pasando para Argentina y lo único que nos falta a los argentinos es ponernos de acuerdo”.