Un productor cooperativista de larga trayectoria en la zona, asociado e integrante de distintas comisiones directivas de la empresa SanCor CUL, Vicente «Tito» Bauducco (74) es una de las personas entrevistadas por Nuestro Agro con motivo del 30º aniversario. Su relato describe el panorama de transformación que afrontó el sector primario de la lechería, acompañado por los revolucionarios procesos de industrialización.
Hoy, con un tambo donde ordeñan unas 300 vacas y con el desempeño de su hijo que es cuarta generación en el tambo, Bauducco aún exhibe su compromiso con la lechería y su pasión por las vacas Holando. «Hemos tenido que achicar el rodeo vendiendo muchas vacas en producción debido a la extensa sequía y hoy se produce con una dieta modificada de acuerdo a las disponibilidades de forrajes y costo de los balanceados lo que nos lleva a bajar la producción individual», confiesa.
«En primer lugar quiero destacar este aniversario número 30 de la Revista Nuestro Agro, un medio de comunicación que nació justamente en los años en que se daba un importante crecimiento y desarrollo de la lechería, de la mano de la aplicación del conocimiento y la tecnología que fue incorporándose años tras año», resalta Tito. «Cuando iniciamos la actividad de la fusión de las cooperativas primarias coincidió con la llegada de la tecnificación de las salas de ordeño (principios de la década de los ’90), la instalación de los equipos de frío en los tambos, que fue una importante innovación para el productor».
Nuestro Agro (NA) – Fue una década de novedosos avances, ¿marcó un antes y un después en la lechería?
Vicente Bauducco (VB) – Los cambios en el ordeño con la instalación de la fosa para el operario, fue una transformación significativa mejorando la calidad del trabajo, una renovación de las salas de ordeño apuntando a una mejor comodidad, la instalación de agua fría y caliente para mejorar la calidad sanitaria e higiénica, fundamental para la explotación. Apareció otro concepto en la forma de trabajar que hicieron desaparecer modalidades hasta para alimentar los rodeos.
NA – ¿Fue un tiempo de constante aprendizaje?
VB – Sin duda, aparejado a este proceso ya se había extendido la inseminación artificial que significó capacitar al personal de tambo contribuyendo también a mejorar técnicas de reproducción y de manejo, había muchas charlas de capacitación, se visitaban establecimientos que innovaban y cada productor adaptaba sus actividades porque el mensaje era ser más competitivo y sustentable, han transcurrido 30 años de cambios constantes y todavía continuamos aprendiendo, ahora ya de la mano de quienes nos continúan.
NA – ¿La tecnificación y estrategias de manejo contribuyeron a mejorar la calidad y cantidad de la materia prima?
VB – Ha sido el mejor resultado de este largo proceso que hoy continúa, los productores siguen debatiendo sobre cuáles son los mejores sistemas de alimentación, se discute entre lo pastoril, y los distintos sistemas de encierro y se busca el confort animal para evitar las caídas de producción, mantener alto la producción individual por vaca, tema al que antes no se le prestaba atención. Y llegamos a estos días en donde la tecnificación se ha difundido a nivel mundial y lo que nos parecía tan lejano como lo es la instalación del robot de ordeño, ya forma parte de una realidad en algunos tambos del país lo que se constituye en un gran desafío de cara al futuro.
NA – ¿A pesar de la mecanización y otros cambios, producir leche es una cuestión compleja?
VB – Lamentablemente esta crisis que vive el país, tan recurrente en los últimos años, y acompañado por tres profundos ciclos de sequía, viene a producir una paralización en el avance de distintas mejoras que cada uno tiene programada. Hoy la prioridad es darle de comer bien a las vacas para que sigan produciendo leche pero esto tiene para la mayoría de los productores un costo muy alto. Por cierto llegaron algunas lluvias y renace un poco de esperanza entre los tamberos que no estamos pasando un buen momento. Tenemos muchas incertidumbres que genera la política económica del país. No podemos dejar de agradecer la difusión y el compromiso de la revista Nuestro Agro que a lo largo de tres décadas ha comentado y acompañado este proceso de cambio que ha sido espectacular y hay que ponderar el esfuerzo que han realizado las familias tamberas para adaptarse a los cambios y transmitir nuevos conocimientos.
NA – ¿ Opina que no todos los productores se adaptaron al cambio?
VB – Las nuevas tecnologías abarcaron a todas las actividades del campo y quedó en claro que mucha gente no se adaptó a los cambios, especialmente por la falta de continuidad generacional en muchos tambos, donde no se preparó a tiempo a los posibles continuadores y sumado a la precariedad de la infraestructura en caminos, energía, conectividad y educación, contribuyeron a que muchas familias emigraran a los pueblos y ciudades más cercanos. La concentración de la actividad no sólo es un hecho local, sino también mundial, en Argentina hay matices muy singulares que pudieron evitar el desarraigo de la gente desde el campo. Un tema que siempre se debate pero debería ser parte de una política de Estado. Lo cierto es que la aplicación del conocimiento en los establecimientos permiten lograr mayor competitividad por la tierra, en donde la agricultura se impuso. Es triste ver taperas e instalaciones abandonadas por el cambio de actividades, de este tema las entidades de la lechería siempre advirtieron a los gobiernos pero no se han fijado bases concretas para acompañar a los pequeños y medianos productores, sin financiamiento y enfrentando problemas climáticos como lo fueron las inundaciones y ahora la sequía. Quienes tenemos unos cuantos años de trabajo en el tambo, no podemos ignorar y tener una mirada triste de cuánto se ha perdido en un proceso irreversible. No obstante hay que aconsejar que siempre hay lugar para los emprendimientos, solo que hoy se necesita del conocimiento, de la capacidad de resiliencia porque los problemas hay que enfrentarlos y están presentes aunque estemos capacitados.
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