El economista de Fundación de Mediterránea, Juan Manuel Garzón, realizó un diagnóstico lapidario de lo que viene contemplando también la catástrofe productiva por la sequía.
Argentina está sumergida en una crisis que presenta varias aristas y que, lamentablemente, podría profundizarse a partir del escenario que avizoran los expertos de cara a lo que viene. Precisamente, para conocer la mirada minuciosa y realista de la situación, Nuestro Agro dialogó con el economista de Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón. Crudo, certero y contundente, así puede definirse el aporte realizado que, al mismo tiempo, genera incertidumbre total.
“Se viene un año muy complicado y el problema de una mala cosecha, claramente no es sólo para los productores o zonas afectadas, sino que termina siendo perjudicial para toda la macroeconomía”, reflexiona. Y, a la hora de señalar los problemas que aquejan a los sectores productivos, expresa: “se hace difícil la situación cambiaria, porque cuando tenés más demanda que oferta de dólares, el tipo de cambio oficial tiene que subir y eso en un año donde la inflación ya llega al 100% anual, hace muy complicado todo; pero si no lo subís te quedás sin reservas y lo hará el propio mercado, que no va a esperar en absoluto al Banco Central de la República Argentina (BCRA)”.
Justamente, la institución monetaria carece de divisas y obliga a las autoridades a tomar decisiones que tienen un impacto directo en la producción. Y el caso de las importaciones así lo demuestra. “El BCRA las frena porque no tiene dólares y, salvo el agro que es exportador neto, la industria es muy dependiente de insumos importados”, explica. Para peor, todo se desarrolla con un Gobierno cuya coalición está “resquebrajada, con muchas diferencias en las estrategias y políticas económicas de cara al año que viene”.
Pérdidas y más
La sequía pega fuerte en el sector agropecuario y Garzón pone los números sobre la mesa para graficar los efectos drásticos que se sentirán en los próximos meses. En ese sentido, remarca: “ya sabemos que el trigo no tendrá un buen año y el saldo exportable mermará considerablemente. Se espera una pérdida de divisas de alrededor de 1.500 o 1.600 millones de dólares, para los meses de verano fundamentalmente”. Y advirtió: “además, al postergarse la siembra de maíz, marzo y abril también vendrá con menos dólares”.
Al golpe del clima, debe sumársele el contexto internacional con China metiendo un freno en las importaciones porque presenta buenos stocks y además tiene políticas de Covid restrictivas, factores que descomprimen a los mercados y empujan a los precios de los commodities.
Un Gobierno acorralado
Por el estilo de este Gobierno, que tiene poca planificación y toma de decisiones de muy corto plazo, poniendo parches. Y no tiene mucho margen para mejorar la situación. En el mejor de los casos, la economía el año que viene se va a estancar, con una inflación alta (estanflación). “No hay más margen para que el gasto público se siga expandiendo, que la tasa de interés sea negativa y subsidie el consumo”, reconoce.
Y analiza: “el Gobierno sabe que tiene una restricción fiscal fuerte y que no puede dar mucho bono, plan, ayuda, porque no tiene cómo financiarlo. O si intenta seguir financiándolo con más emisión, eso implica más inflación”. En definitiva, está entre la espada y la pared.
“Para que el Gobierno llegue con cierta tranquilidad a 2023 necesita tomar decisiones que políticamente lo van a complicar más”, advierte Garzón. Al respecto, señala que necesita que la “economía se enfríe, entre en recesión” porque al final del camino eso es inexorable.
“Necesita una recesión para empezar cierto camino de estabilización y no se debe profundizar el proceso inflacionario. Ese es el mejor escenario porque intentar fomentar el consumo y profundizar el gasto público es sumamente riesgoso”, concluye.